jueves, 4 de octubre de 2007

También se sufre en el Caribe

"(...) Hay un instante en que ya no se siente dolor. La sensibilidad desaparece y la razón empieza a embotarse hasta cuando se pierde la noción del tiempo y del espacio. (...) No sentía nada, aparte de una indiferencia general por la vida y la muerte. Pensé que me estaba muriendo. Y esa idea me llenó de una extraña y oscura esperanza.(...)

Durante mis nueve días en el mar mo había visto una brizna de hierba en la superficie. Y, sin embargo, sin que supiera cómo, aquella raíz estaba allí, enredada en los cabos de la malla, como otro anuncio inequívoco de la tierra que no veía por ningún lado.
Tenía como 30 centímetros de longitud. Hambriento, pero ya sin fuerzas para pensar en mi hambre, mordí despreocupadamente la raíz. Me supo a sangre. Soltaba un aceite espeso y dulce que me refrescó la garganta. Pensé que tenía sabor de veneno. Pero seguí comiendo, devorando el pedazo de palo retorcido, hasta cuando no quedó ni una astilla.(...)

Nunca creí que un hombre se convirtiera en héroe por estar diez días en una balsa, soportando el hambre y la sed. Yo no podía hacer otra cosa. (...) De manera que el heroísmo, en mi caso, consiste exclusivamente en no haberme dejado morir de hambre y de sed durante diez días." (Relato de un naúfrago, Gabriel García Márquez)

2 comentarios:

nati* dijo...

A nosotros nunca nos hubiera pasado. Si el avión se caía, vos ibas a abrazarme! Al menos yo, me salvaba.

jo dijo...

...si, te hubiera abrazado. Lo bueno es q no pasó, y no sufrimos para nada en Caribe, nada!!!