domingo, 10 de febrero de 2008

hoy x ti, mañana x mi

4 am, el alcohol hierve en la sangre, las llaves del coche aguardan en uno de los bolsillos, el recorrido a casa será eterno.

-Que buena noche pasamos- dice en voz alta, quedando como respuesta un silencio de soledad, la cual se ve complementada por el discurso de la conciencia, aquella que reprocha el vaso de más, e insiste no repetir la ocasión con excesos.

Cerca de casa, con los ojos entrecerrados ya sea por la luz de aquel farol que nubla la vista o solo por ser un medio para afocar el camino, se ve a lo lejos la vía. Por aquella un día el tren de las 7 fue el despertador de aquellos cuyo sueño seguía en la almohada y no bajo una ducha a jicarazos de agua helada. La economía había dejado de lado la comodidad de un pueblo de tierra.

El camino no era el más adecuado de noche, pero al menos rodeaba un mundo de leyes. La vía alzada del camino se interponía en el andar y obstruía la vista de un tramo en reparación. Maldita la suerte, una llanta terminaría volando a un metro del suelo según el recuerdo de este que se habla y maldice para si.


El celular suena a las 4:30 am, quien demonios molesta a esas horas, quien se atreve a interrumpir los sueños.

-Me quedé atazcado- dice la voz de alguien que le escupe al celular entre gritos.
-¿Dondé?- pregunta el otro con voz cansada, maldiciendo en sus adentros tener que vestirse de salvador, cuando lo unico q buscaba era dormir.
-En la vía atrás de la casa.
-Voy para alla
-Gracias wey- fue la respuesta cortada por el enojo de este que con lentitud deja la cama.


Al tiempo una sombra aperece y la voz de un hombre humilde entre risas amables pregunta

-Uyyy joven, ¿ se quedó atascado?
-Si- fue la respuesta temblorosa por miedo de verse solo contra la figura que de la nada se ve iluminada por la luz mortecina de la noche.
-Ahorita lo sacamos.

El miedo impide se mueva el etiílico, mientras la sombra de el heroismo con piedras y palos logra alcanzar el metro de fricción necesaria. Un acelerar y la palanca aportada por un polín y el no pensar de la fuerza del salvador, logran poner en cama el sueño de este que en pantuflas sale del hogar.

No hay centavos de recompensa, ni oro que pensamos es la respuesta que conforta y premia, solo un
-no tengo lana- con un tono de agradeciemiento y pena
-no te preocupes jovenazo, HOY POR TI, MAÑANA POR MI.

Y perdiendoce entre las sombras va el ángel de la suerte. El ángel de Ángel.


No hay comentarios: